jueves, 16 de abril de 2015

El poder de las palabras

Una palabra irresponsable: puede encender discordias y fuegos difíciles de apagar…
Una palabra cruel: puede arruinar y derribar todo lo que se había edificado en una vida…
 Una palabra de resentimiento: puede matar a una persona, como si le claváramos un cuchillo en el corazón...
 Una palabra brutal: puede herir y hasta destruir la autoestima y la dignidad de una persona…
 Una palabra amable: puede suavizar las cosas y modificar la actitud de otros… Una palabra alegre: puede cambiar totalmente la fragancia y los colores de nuestro día…
Una palabra oportuna: puede aliviar la carga y traer luz a nuestra vida…
Una palabra de amor: puede sanar el corazón herido.

 Porque las palabras tienen vida.

Son capaces de bendecir o maldecir, de edificar o derribar, de animar o abatir, de transmitir vida o muerte, de perdonar o condenar, de empujar al éxito o al fracaso, de aceptar o rechazar...


¿Cómo hablamos a los demás? ¿Qué les transmiten nuestras palabras?
¿Qué me digo a mí mismo? ¿Hacia dónde me conduce mi dialogo interno?

Jesús dijo: “Yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado y por tus palabras serás condenado” Mateo 12:36-37

miércoles, 11 de marzo de 2015

La escuela es...



Entender la escuela como lo plantea Paulo Freire en su poema:

Nada de isla donde la gente esté rodeada de cercados por todos los lados.

Nada de convivir las personas y que después descubras que no existe Amistad con nadie.

Nada de ser como el bloque que forma las paredes, indiferente, frío, solo.

Lo importante en la escuela no es sólo estudiar, no es sólo trabajar, es también crear lazos de amistad, es crear un ambiente de camaradería, es convivir, es unirse.

Ahora bien, es lógico…
…que en una escuela así, sea fácil estudiar, trabajar, crecer, hacer amigos, educarse, ser feliz.

La escuela es…
…el lugar donde se hacen amigos, no se trata sólo de edificios, aulas, salas, pizarras, programas, horarios, conceptos…

Escuela es sobre todo, gente, gente que trabaja, que estudia, que se alegra, se conoce, se estima.

El director es gente, el coordinador es gente, el profesor es gente, el estudiante es gente, cada funcionario es gente.

Y la escuela será cada vez mejor, en la medida en que cada uno se comporte como compañero, amigo, hermano.


Compilado por;
Carlos Cuentas Rico

Psicorientador

jueves, 26 de febrero de 2015

SENTENCIA DE LA CORTE IMPORTANTE

Señores padres de familia y/o acudientes de estudiantes matriculados en la INEDISAV, mediante el presente escrito le comunicamos que nuestra institución fundamenta su accionar en ley; razón esta que nos motiva darles a conocer lo siguiente:
Al interpretar el artículo 16 de la Constitución que consagra el derecho al libre desarrollo de la personalidad, la corte constitucional y la doctrina han entendido que: “ese derecho consagra una protección general de la capacidad que la Constitución reconoce a las personas para auto determinarse, esto es, a darse sus propias normas y desarrollar planes propios de vida, siempre y cuando no afecten derechos de terceros”. (SC-481/98).
(Sentencia T-569 de 1994) “La educación como derecho fundamental conlleva deberes del estudiante, uno de los cuales es someterse y cumplir el reglamento o las normas de comportamiento establecidas por el plantel educativo a que está vinculado. Su inobservancia permite a las autoridades escolares tomar las decisiones que correspondan, siempre que se observe y respete el debido proceso del estudiante, para corregir situaciones que estén por fuera de la Constitución, de la ley y del ordenamiento interno del ente educativo… El deber de los estudiantes radica, desde el punto de vista disciplinario, en respetar el reglamento y las buenas costumbres, y en el caso particular se destaca la obligación de mantener las normas de presentación establecidas por el Colegio, así como los horarios de entrada, de clases, de recreo y de salida, y el debido comportamiento y respeto por sus profesores y compañeros. El hecho de que el menor haya tenido un aceptable rendimiento académico no lo exime del cumplimiento de sus deberes de estudiante.”
“Si bien la educación es un derecho fundamental y el estudiante debe tener la posibilidad de permanecer vinculado al plantel hasta la culminación de los estudios, de allí no debe colegirse que el centro docente está obligado a mantener indefinidamente entre sus discípulos a quien de manera constante y reiterada desconoce las directrices disciplinarias y quebranta el orden dispuesto por el reglamento educativo, ya que semejantes conductas, además de constituir incumplimiento de los deberes ya resaltados como inherentes a la relación que el estudiante establece con la Institución en que se forma, representa un abuso de derecho en cuanto causa perjuicio a la comunidad educativa e impide al plantel los fines que le son propios”. (ST 519 DE 1992).
“Ahora bien, una característica de algunos de los derechos constitucionales fundamentales es la existencia de deberes correlativos. En el artículo 95 de la Constitución Política se encuentran los deberes y obligaciones de toda persona. La persona humana además de derechos tienen deberes; ello es como las dos caras de una moneda, pues es impensable la existencia de un derecho sin deber frente a sí mismo y frente a los demás.” (Sentencia 002 de 1992)
La Corte Constitucional insiste en que toda comunidad requiere de un mínimo de orden y del imperio de la autoridad para que pueda subsistir en ella una civilizada convivencia, evitando el caos que podría generarse si cada individuo, sin atender reglas ni preceptos, hiciera su absoluta voluntad, aun en contravía de los intereses comunes, en un mal entendido concepto del derecho al libre desarrollo de la personalidad.”.
(Sentencia 037 de 1995) "La disciplina, que es indispensable en toda organización social para asegurar el logro de sus fines dentro de un orden mínimo, resulta inherente a la educación, en cuanto hace parte insustituible de la formación del individuo. Pretender que, por una errónea concepción del derecho al libre desarrollo de la personalidad, las instituciones educativas renuncien a exigir de sus alumnos comportamientos acordes con un régimen disciplinario al que están obligados desde su ingreso, equivale a contrariar los objetivos propios de la función formativa que cumple la educación".

(Sentencia T-366 de 1997) “El proceso educativo exige no solamente el cabal y constante ejercicio de la función docente y formativa por parte del establecimiento, sino la colaboración del propio alumno y el concurso de sus padres o acudientes. Estos tienen la obligación, prevista en el artículo 67 de la Constitución, de concurrir a la formación moral, intelectual y física del menor y del adolescente, pues "el Estado, la sociedad y la familia son responsables de la educación". No contribuye el padre de familia a la formación de la personalidad ni a la estructuración del carácter de su hijo cuando, so pretexto de una mal entendida protección paterna -que en realidad significa cohonestar sus faltas-, obstruye la labor que adelantan los educadores cuando lo corrigen, menos todavía si ello se refleja en una actitud agresiva e irrespetuosa.”

martes, 11 de noviembre de 2014

Decálogo del buen padre

Compañeros de juegos, cómplice en el que siempre se puede confiar... Los niños-as toman a su padrecomo modelo. Construyen la confianza en sí mismos-as alrededor de la admiración que le profesan. No podemos defraudarles. Por eso es necesario que transmitas alegría a tu hijo-a en la convivencia diaria. Ofrecer el mensaje de que lo-las quieres y disfrutas cuando estás junto a él o ella.
1. Pasar mucho tiempo con los hijos-as
Las horas de comidas, cuando preparan la mochila para el colegio, mientras juegan, cuando escuchamos música... Sencillamente, hay que encontrar tiempo para estar con ellos-ellas. Aunque tengamos muchas obligaciones y estas sean muy absorbentes y agobiantes, estar presentes en la vida de los chicos-as es prioritario.
No nos engañemos con eso de que no importa la cantidad de tiempo sino la calidad; por muy buenos que seamos, quince minutos no pueden dar mucho de sí. En cuanto a la calidad, la personalidad de los hijos-as se desarrolla a partir de la relación con los padres, de lo que reciben de ellos y de lo que aprenden a su lado. Por eso cuando estamos con los niños-as, debemos estar entregados en cuerpo y alma, con ganas, no leyendo el periódico, hablando por teléfono o pensando en nuestras cosas.
2. Querer y respetar a la madre
Si el padre no tiene relación amorosa con la madre de sus hijos-as, que al menos tenga relación amistosa. El buen trato entre los padres es indispensable porque muestra los sentimientos que existen entre ellos. Aunque las cosas no vayan del todo bien en la pareja o ex pareja, en la relación entre los padres tiene que reinar el respeto. Hay que hablar del otro y con el otro con aprecio, aún en las discusiones y cuidar todas las facetas de la relación: amistad, compromiso, comunicación, resolución de conflictos, corresponsabilidad o negociación. Si esto no se logra, lo mejor es buscar ayuda. La relación entre los padres crea una atmósfera en la que el niño-a crece y va formando su identidad. No es lo mismo que haya confianza y armonía entre los padres a que papá y mamá se contradigan y descalifiquen entre sí.
3. Ser un buen ejemplo
Los hijos-as se fijan en el padre. Cuántas veces hemos dicho o escuchado de alguien: «En esto sale al padre», «eso lo sacó del padre» o «de tal palo, tal astilla». Los padres son sus modelos, los chicos copian de ellos modos de ser, de afrontar y resolver, de relacionarse con las cosas, con los demás y consigo mismos. Así, muchas veces nos muestran nuestros propios defectos. Si al verlos, en lugar de enfadarnos, intentamos corregirlos y educar con el ejemplo, les enseñaremos a corregirse y mejoraremos nosotros también. Saberse un modelo y tratar de estar a la altura en la que nos ponen los hijos- es muy educativo para todos.
4. Estar a las duras y a las maduras
Los niños-as necesitan a su papá en todo momento y para muchísimas cosas. Lo necesitan para que les arrope, les ayude a trepar más alto, a dejar los pañales o a hacer los deberes.
Un padre ayuda a crecer. Por eso es necesario que papá diga tanto «sí» como «no», él tiene que saber conjugar mimos y límites. A veces, los padres, conscientes de que pasan poco tiempo con los hijos, priorizan una faceta y se convierten en papás que solo juegan o miman y desatienden los conflictos o, por el contrario, en papás ogros que solo saben reprender como si vivieran enfadados. O se interesan nada más por algunas de las actividades del hijo y desatienden las otras: no se pierden ni un partido de fútbol del niño-a pero no se enteran de cómo le va en la escuela o con los amigos-as. Un padre tiene que poder ser amigo, compañero, protector, sabio... ¡y estar en todos lados!
5. Regalar alegría
Una infancia feliz es casi una garantía de una vida feliz, por lo menos favorece que en el futuro el niño-a tenga integridad emocional y buena salud mental. Llegar a casa con algo, planificar una excursión en familia, hacerles chistes para reírnos con ellos-as, jugar al escondite, contarles historias... este tipo de alegrías los chicos las reciben como algo más que un gesto, para ellos-as representan «lo bueno de la vida». Y estas cosas buenas son las que les fortalecen, les hacen más valientes y les dan armas para afrontar las dificultades propias del crecimiento o las circunstancias adversas. Tener una bicicleta o una patineta es estupendo, pero reírse con papá es necesario. Darles alegría no consiste en comprarles juguetes, sino en transmitirles, a través de la convivencia, el mensaje de que papá les quiere y disfruta con ellos.
6. Darles prioridad
Cuando el niño-a es relegado en los intereses del padre, se refugia en la madre y se vuelve demasiado dependiente de ella. La principal función del padre es ayudar al hijo(a) a sentirse seguro en el mundo más allá de los brazos de la madre, y para eso el pequeño debe sentir que es importante para papá. El vínculo con los hijos-as no es genético, es ético. Es el resultado de una decisión amorosa que hay que sostener día a día. Además, darles el primer lugar en nuestra vida nos hace a nosotros tan felices como a ellos-as.
7. Escuchar
Estar atentos a lo que dicen y no dicen y animarles a expresar lo que piensan y sienten es la forma de conocerles. Los niños tienen creencias y fantasías que sorprenden al adulto. Por ejemplo, es común que representen a la Tierra como una casa gigante con los humanos dentro o que crean en monstruos o, los más pequeños, piensen que el peluche es parte de su cuerpo. Para enterarnos de lo que pasa por sus cabecitas hay que escucharles con atención. Escuchar es un acto de amor, cuando les prestamos atención se sienten importantes para nosotros. Además, les damos la posibilidad de escucharse a sí mismos, ser capaces de hablar para defenderse, dar una opinión, plantear lo que no entienden, resolver conflictos, contar sentimientos o emociones e inventar historias. Y si comparten con nosotros sus tribulaciones o temores, se quedan aliviados.
8. Educar con cariño
Disciplinarlos es una de forma de amarlos. Si les marcamos límites, si les negamos algo que nos piden pero no les conviene o nos oponemos a sus deseos porque no son razonables, será siempre por su bien, para ayudarles. No les educamos «para que no molesten a los mayores», sino para que sean felices y cabales.
Cuando les enseñamos a usar la cuchara, a ser responsables con los deberes del colegio o a no gritar dentro de casa, no lo hacemos para que no se ensucien o no nos den la lata, sino para ayudarles a desarrollarse como seres independientes. La disciplina adecuada une amor, razón y respeto por el niño. Si tenemos esas tres cosas, ya podremos enfadarnos sin miedo: sabremos corregirles sin agredirles y hacerlo solo cuando lo necesitan.
9. Contar cuentos
Contarles cuentos a los niños es igual a darles un «máster universitario infantil». Ellos necesitan los relatos para aprender a hilar situaciones, a comprender que primero pasa una cosa y luego otra y para entender el tiempo (qué es «ayer», «mañana» o «después»). No hay nada tan interesante y entretenido como escuchar las cosas que les pasan a los demás y ver cómo resuelven sus problemas desde el lugar más seguro del mundo: al lado de papá. Junto a él pueden identificarse con el protagonista, atravesar penalidades y triunfar sin sufrir un rasguño. Pero los cuentos no tienen solo un valor intelectual: la voz de papá les envuelve y les reconforta ahora igual que les arrullaban las nanas cuando eran bebés y les da ánimo para enfrentarse a los monstruos de la noche. Por eso les gusta tanto el cuento de antes de dormir.
10. Estar al tanto de “sus cosas”
Los «asuntos de chicos» son importantes, sobre todo si se trata de los hijos. Sean serios o banales, como tienen importancia para el niño, también tienen que tenerla para papá. Sin agobiarles ni atosigarles, hay que estar cerca de ellos para encauzar conductas, asistir a las reuniones del colegio, acompañarles al médico, estar al tanto de las notas, de qué hacen en el tiempo libre o cómo les va con los amigos. Aunque no existen recetas, hay una fórmula básica que consiste en acostumbrarles desde pequeños a que nos cuenten sus cosas, sin presiones y con respeto. Si estamos a su misma altura y podemos mirarles a los ojos, mejor.

Reflexión para un padre

Sobre el papel de los padres en el rendimiento escolar de sus hijos

No me des todo lo que te pida. A veces solo pido para ver hasta cuanto puedo tomar.

• No me grites. Te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar a mí también, y yo no quiero hacerlo.

• No des siempre órdenes. Si en lugar de órdenes, a veces me pidieras las cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto.

• Cumple las promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio dámelo; pero también si es castigo.

• No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o hermana. Si tú me haces lucir mejor que los demás, alguien va a sufrir; y si me haces lucir peor que los demás, seré yo quien sufra.

• No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer; decídete y mantén esa decisión. Déjame valerme por mí mismo. Si tú haces todo por mí, yo nunca podré aprender.

• No digas mentiras delante de mí ni me pidas que las diga por ti, aunque sea para sacarte de un apuro. Me haces sentir mal y perder la fe en lo que me dices.

• Cuando yo hago algo malo no me exijas que te diga por qué lo hice. A veces ni yo mismo lo sé. 

• Cuando estés equivocado en algo admítelo y crecerá la opinión que yo tengo de ti. Y me enseñarás a admitir mis equivocaciones también. 

• Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos; ya que porque seamos familia eso no quiere decir que no podamos ser amigos también.

• No me digas que haga una cosa que tú no haces. Yo aprenderé y hare siempre lo que tú hagas, aunque no lo digas; pero nunca haré lo que tú digas y no hagas.

• Cuando te cuente un problema mío no me digas “No tengo tiempo para tonterías” o “eso no tiene importancia”; para mí puede tenerla, y mucha. 

• Trata de comprenderme y ayudarme.

• Quiéreme y dímelo. A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo. 

• Abrázame, necesito sentirte mi amigo, mi compañero a toda hora.


Psicorientación
“Siempre contigo, siempre”

Sección tarde

REFLEXIONES PARA PADRES DE FAMILIA

REFLEXIONES PARA PADRES DE FAMILIA
PSICORIENTACIÓN
“Siempre contigo, siempre”

Algunas cosas que pueden hacer:
Mantener contacto con el colegio. Existen diferentes formas de hacerlo, desde hablar con el tutor/a, colaborar con el colegio, o participar en los órganos de gestión como el Consejo directivo y consejo de padres.
Hablar con nuestro hijo o hija de las cosas relacionadas con el colegio. De las asignaturas y actividades, de sus compañeras y compañeros, del profesorado... Es importante que sienta que a usted le interesa lo que él o ella vive en la institución.
Ayudarle a organizar su tiempo. Muchas veces no obtienen el máximo rendimiento de sus horas de estudio porque no saben cómo hacerlo. Madres y padres nos interesamos, pero a veces no vamos más allá del “trabaja duro”, y no les explicamos cómo hacerlo. Ayudarle a organizar su tiempo libre y supervisar su trabajo.
Prestar atención durante todo el curso a su trabajo y su rendimiento escolar, y no sólo cuando llegan las notas al final de cada periodo .Mostrarnos atentos ante una disminución en su rendimiento. Las malas notas pueden significar muchas cosas: poco esfuerzo, desinterés, problemas personales peleas con los compañeros o un desengaño amoroso o dificultades de carácter cognitivo, como problemas de comprensión lectora o con las matemáticas. Escuchar sus razones del suspenso, hablar con su tutor o tutora, sin dramatizar y animarle a seguir trabajando.
Apoyarle en las tareas escolares. Puedes hacerlo de distintas formas: ayudándole en tareas concretas cuando no entiende algún problema, cuando necesita ayuda para estudiar algún contenido, sugiriéndole dónde puede encontrar información... Preguntarle por lo que está estudiando, revisar sus esquemas y resúmenes..., pero ¡ojo!, no le hagan las tareas. Es él o ella quien tiene que trabajar. Puedes darle tu apoyo y consejo, pero sin duda, el principal esfuerzo es de él o ella.
Motivarle y fomentar su interés. Hacerle ver lo importante que es lo que aprende en la escuela, y no sólo porque le va a servir en el futuro, sino que los contenidos escolares tienen un sentido y una utilidad aquí y ahora. Por ejemplo, la importancia que tienen los idiomas para navegar por Internet, o la historia para entender los problemas sociales actuales.
Aportarle material y situaciones que favorezcan su aprendizaje. Es importante pueda disponer de recursos educativos como libros u otro material de apoyo. Igualmente, es fundamental hablar con su hijo o hija sobre temas sociales, culturales e interpersonales y planificar algunas salidas o visitas de carácter cultural a museos, cines o conciertos.
Facilitar un ambiente de apoyo y confianza. Un contexto familiar positivo, en el que se combinen las exigencias con el apoyo, es fundamental para el buen ajuste escolar.
Carlos Cuentas Rico
Psicorientador

CODISAV S. T.